El cuaderno de Morrison.

El cuaderno de Morrison.

domingo, 19 de diciembre de 2010

Vieja guitarra de cinco cuerdas.

No sé que me deparará el futuro.
No sé que vida escogeré, pero algo en
mente si tengo, no quiero ser la vieja amargada
que llora por la perdida de algo, de alguien, por
la perdida de los recuerdos que el tiempo se lleva,
no, no quiero ser esa clase de señora.
No pienso dejar nada aquí, venderé todas mis propiedades,
me compraré una pequeña y vieja caravana de segunda mano y
me iré a recorrer mundo.
No quiero recorrer mundo como una diva, solo llevaré mi vieja
raqueta de madera que tantos momentos me hizo recordar, llevaré
también mi antigua y heredada guitarra acústica a la que una cuerda
le falta, compondré música que nadie en el mundo allá echo, será
especial, ¿Qué músico compone con una guitarra de cinco cuerdas? y,
mientras toco mi vieja guitarra llena de pegatinas descoloridas por el
tiempo, pensaré en todo lo que un día tuve; amistad y amor, que fue más
que suficiente para hacerme feliz cada día.
Puede que, cuando haga esta completa locura ya nada me quede, o simple-
mente haya dejado todo lo que con tanto esfuerzo conseguí en un arrebato
de locura, rebelándome contra el dolor.
Pararé en Tailandia, bajaré las oxidadas escaleras de metal, pondré mis pies
en el frío picón de ese país que tan lejos queda de mi casa,
 sacaré las sillas blancas de plástico ahora ya grises por la basura,
cogeré mi vieja raqueta de tenis y la podré en frente mía,
pondré mis arrugadas y pecosas manos encima de la áspera madera
de la guitarra de cinco cuerdas y tocaré en ella, a compás con las cuerdas,
mis dedos y las cuerdas, cinco cuerdas, cinco dedos, y veloz, mis dedos
se deslizaran por las gruesas y duras cuerdas de guitarra que tantos momentos
vieron pasar, que disfrutó conmigo cumpleaños, bodas, cenas, que tantas sonrisas
admiró, que tantos bellos rostros de amigos admiró, y que, ahora, bajo el frío
sereno de Tailandia se pregunta lo mismo que yo.

  Te siento aquí aunque estés tan lejos amiga,
¿A donde hemos ido a parar?
¿Donde quedaron mis ilusiones de ser alguien decente?
Ni lo sé ni me importa, tú allí, yo aquí, 
¿Soy feliz sabes? Aunque tú ya no estés aquí,
soy feliz,
te recuerdo cada día con una sonrisa en los labios,
como tu me pediste que hiciera, pero no puedo cumplir
tu otro deseo, el de nunca más verme llorar, y menos por
ti, porque, cada momento, cada sensación, es una lágrima
que resbala, pero, ¿Sabes que amiga?
Mejor llorar de felicidad, que llorar de sufrimiento,
Oh pequeña hermana, me haces tanta falta en estos momentos,
¿Sabes que hago ahora?
Si, seguro que lo sabes
empeño mi vieja guitarra, esa que tú decías que ni guitarra era,
solo por el echo de faltarle una cuerda, pues si, la tengo ahora,
aquí conmigo, debajo de mis brazos, golpeo lentamente sus cuerdas
mientras canto esto, te canto esto a ti, 
porque a ti te gustaba escucharme cantar, siempre me lo dijiste,
Oh gran compañera, vivimos tanto, que ahora se me hace
difícil hacerme a la idea de que nunca volverás, de que,
en un tiempo no podré volver a verte,
aguárdame un sitio allí arriba junto a ti, quiero quedarme allí
contigo, en ese sitio feliz, en ese sitio que empieza cuando la 
vida en la tierra termina, quiero cantar contigo, pero
nunca más cantar de tristeza, seguir cantando con mi vieja
guitarra de cinco cuerda, que, aunque siempre la criticaras,
yo sabía que a ti te fascinaba.


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